En un momento de lucidez crónica,
En un momento en que me asalta la eternidad,
he de anotar en esta bitácora del deseo
que nunca fueron tus momentos mas ciertos
que cuando los evoco con sed nocturna.
He de escribir aquí para los incrédulos,
para las tribus del sol poniente,
que fuiste una santa multicolor
cuyo navío de aguas profundas
encalló en mis arrecifes
por el puro gusto de abandonar.
Que sepan las generaciones por venir
-que se enteren en estos escritos-
Que cuando el mar canta sus penas a las cuatro lunas
-gimiendo, bramando de dolor de madre pariendo-
es cuando mi corazón toca las delicadas fibras del recuerdo.
No quedará nada nuevo por agregar...
-una mirada furtiva en Febrero, quizás-
una cama media-abierta a la poesía de tu sombra,
un suspiro en el atardecer...
Tiembla tierra!
Ha capitulado uno de los mas grandes amores.
A.
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