Tu luna jugaba a esconderse con frecuencia
por entre mis nubes azules, sobre el mar
coqueteando con la idea infantil
de un cuarto menguante sobre un eclipse parcial.
Teñias mis praderas de fina plata
con tu reflejo de archipielago lunar
siempre pidiendo mas, siempre esperando mas
y mis copas llenabas a rebosar.
No estabas tu para prometer
ni estaba yo para esperar...
Es que tu luna era ajena
-otros cielos la habian comprado ya. -
Pero tu luna habia descubierto el amor
y no queria por nada aceptar
que otros cielos le poseian
que nada se podia enlazar.
Con el tiempo como cruel verdugo
solo me queda esperar
que el reloj un dia se canse
y todo se olvide a la mar.
A.
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