November 29, 2011

Celestina

En la casa de las langostas

las ostras descansan temprano

y se pintan colores de sol caliente

antes de salir a buscar maridos instantáneos.



Son los amores desvariados (aquellos)

los que les advierten -ya cansados-

que las calles se marchitan

con el paso de los calamares asustados.



Ostras sin perla, langostas rojizas

Sol (siempre sol), calamares (de ocho en ocho)

se funden en un cocktail de rutina

hablando lenguas tartamudas.



Se extingue, se marchita

la marcha nupcial de ocho brazos

frente a rostros variopintos

que se lanzan a cazar fortunas.



Y es allá, al fondo a la derecha

en la casa de los crustáceos

donde las celestinas duermen de día

y maquillan con ingenuidad sus amores de segunda mano.



A.

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