A la joya perdida.

Ahora que siento el mar caribe
vibrar bajos mis pies, en horas nocturnas
ahora, que tu corazón se enfría a lo lejos, en la urna
me asalta la clarividencia del que escribe
-de como se vería tu rostro acá, sin el frío declive
ni la soledad infinita que te abruma.-

Que sonrisa le pintarías al cielo
y a las oscuras golondrinas?
Te soltarías el pelo?
Danzarías cual bailarina?

El duende injusto
de los que se van primero
te quiso ver de cerca
te atrapó en su tintero.

Te llevaste los colores contigo
y el reloj dejó de caminar
-la sal ya no sabe mas a sal-
y el aire a penas se deja respirar.

Vayan estas palabras sueltas
a la joya pequeña.

A la joya perdida.

Con la mirada nublada
-una pregunta en el pecho-
una llaga que no cierra
y con sangre en los dedos.

A.