Sentía
-en los ultimos dias de Pompeya-
un frío escalonado
trepidante
y descalabrante
que me caminaba la columna vertebral
en cada uno de los besos
que me dabas...
Era tu mirada
-y eso lo recuerdo con pasmosa exactitud-
Una promesa de dolor terminal
Un pasaje de ida...
Sabia que el mundo había adquirido un nuevo sol,
Sabía, (de antemano sabía)
que los encantos
y hechizos de mi libro
"El ABC del amor embrujado"
no se recitarían mas en tus aquelarres.
Aun cuando mi corazón
solo latía al son de tus caderas...
Aun cuando se cocían
mis mejores platos
en la hoguera de tu vientre.
A.
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